21 abril, 2016

Perfectamente imperfectos

Llorona, sensible en exceso, cabezota, con carácter, insegura, exigente, pasional, a veces cobarde, miedosa, gruñona, un poco bastante rara, bajita (1.57m de bajita nada menos), una chica del montón...

Pero también empática, trabajadora, comprensiva, educada, otras veces valiente, ordenada, precavida, generosa, amable... 

Todo eso y más soy yo, afortunada o desafortunadamente. Siempre que me autoanalizo me salen más defectos que virtudes. ¿Casualidad? No lo creo.

Qué difícil es quererse, ¿verdad? Todos, absolutamente todos los humanos tenemos grandes defectos; y quién diga lo contrario miente como un bellaco. Pero también tenemos grandes virtudes, que no quepa la menor duda. 

Siempre habrá alguien que nos recuerde todo lo malos que somos; alguien que no valore nuestras virtudes y mucho menos nuestros defectos. Pero para eso estamos nosotros: para identificar y aceptar nuestros errores y hacer lo mismo con nuestras capacidades

Cada uno es como es y no debemos de cambiar nuestras convicciones, ni nuestra personalidad, ni nuestra forma de ser por agradar al resto. Quien nos quiera que sea con todas las consecuencias para bien o para mal; que nos acepte tal como somos.

Pero, ay amigos, para que esto ocurra primero hay que aceptarse y quererse uno mismo; y eso es lo complicado del asunto. En ocasiones, somos el peor enemigo que podemos tener.

Estamos hechos de experiencias y vivencias, buenas y malas, que nos han traído hasta donde hoy estamos; que han determinado lo que hoy somos. Podremos cambiar pequeños aspectos de nuestras vidas que no nos gusten u orientar el rumbo de la misma cuando no nos agrade lo que vemos; pero no podremos transformar nuestra esencia porque eso es lo que nos hace ser especiales, únicos, inimitables e irrepetibles.

Acéptate, quiérete y no te sientas mal por no ser como el resto o como dictamine la sociedad que hay que ser. Todos somos perfectamente imperfectos; y eso es lo que nos hace ser nosotros mismos.




¡Sed felices! 

Cris 

08 abril, 2016

Reflexiones...

Últimamente a mi alrededor están pasando cosas y situaciones que me hacen reflexionar mucho sobre la vida. 

Que no somos nadie y que estamos de paso no es ninguna novedad; que hay que vivir la vida al máximo porque son dos días tampoco. Pero, ¿qué hacemos cuándo nuestros miedos, nuestras inseguridades, nuestros fantasmas, no nos dejan hacerlo? 

No hay nada peor en esta vida que combatir contra uno mismo; contra los pensamientos propios. Yo llevo la friolera cantidad de 9 años intentando luchar contra ellos y, de momento, ganan batallas pero no la guerra.

Cuesta mucho (horrores me atrevería a decir), desplegar las alas, comenzar a volar y vivir la vida sin miedo; sin que nos importe el qué dirán. ¿Cuántas veces hemos pensado en lo mucho que cuesta y no le hemos puesto remedio? ¿Cuántas veces que nos hemos levantado y hemos pensado: "Hoy es el día; me como el mundo" y luego nos come el mundo a nosotros? Y así, más rápido que lento, pasa un año, y otro, y otro, y otro más...

"Todo lo que deseas está al otro lado del miedo" - Jack Canfield

Os invito a pensar en vuestros seres más queridos que, desgraciadamente, se quedaron en el camino. Meditad durante segundos, minutos, horas, días... ¿Cómo vivirían ellos si estuviesen aquí y cómo les gustaría que viviésemos nosotros?. Afrontemos los miedos por nosotros mismos, pero también por los que ya no están y querrían vernos con la cabeza bien alta disfrutando de la vida.

Intentemos dejar a un lado los miedos que nos persiguen y que no nos permiten encontrar la felicidad. Vivamos la vida como si fuese el último día. Ríe, besa, comparte, sonríe, salta, baila, sé feliz y haz felices a los de tu alrededor, quiérete, deja quererte y quiere a los demás.

Exprime la vida al máximo porque no sabes en qué momento llegará la última naranja.

¡Sed felices!

Cris